¿Qué lees cuando lees?

De la lectura del capítulo 6 del texto El espacio literario de Blanchot me surgieron algunas ideas que me es necesario compartirlas. La perspectiva de Blanchot sobre la lectura cambia y alimenta de manera gratificante mi propia dinámica de lectura. Mucho se dice en el capítulo “la obra y la comunicación”, incluso de cómo se podría “leer” de tal modo que se pudiera confluir con la lectura de la obra, el vacío, el horrendo vacío nombrado también como intervalo es la manera en la que pienso abre un antes y un después en las lecturas.

Ahora, ¿la obra es? La obra es la libertad violenta mediante la que se comunica y por la cual, el origen, la profundidad vacía e indecisa de origen, se comunica por medio de ella para formar la decisión plena, el rigor del comienzo. Aquí es como Blanchot encierra lo que es la obra. Empezamos fuerte. La cosa es que el texto es fuerte. Continúo

Pienso yo, Blanchot deja algunas cosas a discusión. La primera que me gustaría resaltar es la diferencia entre libro y obra. En donde se tiene que hacer un recorrido para llegar a la obra, porque la obra no se expone sino se muestra, no se la hace ver, sino que se deja mirar. Entrar en la búsqueda de la obra es inútil pues solo hay posibilidad de encontrarla cuando dejamos de buscar.

Blachot propone experiencias difíciles de experimentar. Leer, ver y oír la obra de arte exige más ignorancia que saber, exige un saber que inviste una inmensa ignorancia y un don que no está dado por anticipado, cada vez hay que recibir, adquirir y perder en el olvido de sí mismo. 

Pero ¿Cómo haces esto con un libro? ¿Cómo lees sin saber algo con anticipación?… ¿siempre debe ser así? ¿en qué momento? Trato de darle un lugar a esto que Blanchot propone.

 La lectura que se aborda desde un interés propio, pienso yo, es la que entorpece esta búsqueda. Digo, todo al menos hemos buscado un libro para abordarlo de manera informativa, de anticipado nos hacemos preguntas como ¿Para qué me sirve? ¿Qué verdad escode este libro que me ayude a continuar? Ya. Ahí no está la obra. Simplemente y como proponía Blanchot, lo que se encuentra ahí son demás pensamientos, búsqueda de la búsqueda, lo que provoca que se pierda de vista el origen. La libertad violenta. 

El origen, es en cierta manera interesante a mi pensar. Porque el origen no se puede encontrar si no es por medio del intervalo. Sin embargo, dicho intervalo se lo vive como horrendo vacío. Pero Blanchot hace gran hincapié en esto y propone incluso que el modo de leer, el mismo que nos acercará a la obra es aquella que tiene el vacío en cuenta. Dirá Blanchot que la lectura que toma forma de distancia -intervalo- de la obra, que es la forma de ese vacío y el momento en que éste parece caer fuera de ella, también debe ser entonces regreso profundo a su intimidad, a lo que parece ser su eterno nacimiento.  Es decir, su eterno origen. 

8Entonces, ya vamos tomando cierto camino. El libro no es la obra. El libro es la proyección de una superficie, es adquisición de imágenes pregnantes que le dan sentido al yo, diría J. D. Nasio. En pocas palabras, lo que me sirva al momento. Sin embargo, la obra, la obra que se ve, que se escucha y en este caso que lee requiere una libertad, pero una violenta. ¿Qué es esta libertad violenta? Profundicemos en esto. 

Blanchot plantea que leer es simple, es una acción sencilla y libre de realizar. Pero ¿qué es la libertad? Mucho se dice de esto, yo me remitiré a una ética de elección. Se tiene ante un conflicto la oportunidad de elegir entre A y B y no solo A o B. Esto, claro tiene sus consecuencias, pues cualquiera puede ser dueño de A y B. Es una cadena infinita de posiciones y remplazos. 

A lo que voy es que, esta libertad, es una libertad con tintes de dignidad. Ahora ¿a que llama Blanchot la libertad violenta? Precisamente a la elección del origen, eligiendo acoger lo que el texto propone sin más. Pongo aquí una cita a propósito de la lectura: “la lectura no hace nada, no agrega nada; deja ser lo que es; es libertad, no libertad que da el ser o lo toma, sino que acoge”. Después de todo es un saber que inviste una inmensa ignorancia que nos guiará al origen del libro… la obra. 

Blanchot, M., “La obra y la comunicación” en El espacio literario. Traducción de Vicky Palat y Jorge Jinkis. Barcelona, Paidós, 1992, pp. 176-195.

Casio, J. D., (1994). La mirada en psicoanálisis. Gedisa editorial

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