¿Para qué sirve el incosciente?

Para responderme esta pregunta he tomado como referencia el apartado sobre “el inconsciente” (1915) y junto al párrafo sobre las tres afrentas narcisistas al amor propio de la humanidad del texto “Una dificultad del psicoanálisis” de 1917 (tomo XVII) en donde Freud señala que

… el narcisismo universal, el amor propio de la humanidad, ha recibido hasta hoy tres graves afrentas de la investigación científica.

a. El hombre creyó primero, en los comienzos de su investigación, que su morada, la Tierra, se encontraba en reposo en el centro del universo, mientras que el Sol, la Luna y los planetas se movían en torno de aquella describiendo órbitas. (…). Ahora bien, la posición central de la Tierra era para él una garantía de su papel dominante en el universo y le parecía que armonizaba bien con su inclinación a sentirse el amo de este mundo. Asociamos el aniquilamiento de esta ilusión narcisista con el nombre y la obra de Nicolás Copérnico en el siglo xvi. (…) Vale decir que el gran descubrimiento de Copérnico ya había sido hecho antes de él. Pero cuando halló universal reconocimiento, el amor propio de los seres humanos experimentó su primera afrenta, la cosmológica.

b. En el curso de su desarrollo cultural, el hombre se erigió en el amo de sus semejantes animales. Mas no conforme con este predominio, empezó a interponer un abismo entre ellos y su propio ser. Los declaró carentes de razón y se atribuyó a sí mismo un alma inmortal, pretendiendo un elevado linaje divino que le permitió desgarrar su lazo de comunidad con el mundo animal. (…) Todos sabemos que fueron los estudios de Charles Darwin, de sus colaboradores y precursores, los que hace poco más de medio siglo pusieron término a esa arrogancia. El hombre no es nada diverso del animal, no es mejor que él; ha surgido del reino animal y es pariente próximo de algunas especies, más lejano de otras. (…). Pues bien; esta es la segunda afrenta, la biológica, al narcisismo humano.

c. Sin duda que la más sentida fue la tercera afrenta, la psicológica. El hombre, aunque degradado ahí afuera, se siente soberano en su propia alma (…) el yo se siente seguro de que sus noticias son completas y confiables, y seguro también de la viabilidad de sus órdenes. (…) Ahora bien, esos dos esclarecimientos; que la vida pulsional de la sexualidad en nosotros no puede domeñarse plenamente, y que los procesos anímicos son en sí inconcientes, volviéndose accesibles y sometiéndose al yo sólo a través de una percepción incompleta y sospechosa, equivalen a aseverar que el yo no es el amo en su propia casa. Ambos, reunidos, representan la tercera afrenta al amor propio, que yo llamaría psicológica. (pp. 131, 132, 133, 135)

Entonces ¿para qué sirve el inconsciente? Digo, sus cualidades son muy particulares, se aleja totalmente de la lógica del sentido y del exterior común. Tal como dice Freud, posee características como falta de contradicción, proceso de movilidad de cargas (desplazamiento y condensación), a-temporalidad (no respeta la cronología) y la sustitución de la realidad exterior por la psíquica. Estas cualidades hacen entrever la complejidad del inconsciente y el cómo entenderlo nos llevan a una gran variedad de cuestionamientos. 

Y como propio cuestionamiento, al mismo tiempo que me alineo a la pregunta que hice antes, el inconsciente, con todas sus cualidades es un constante golpe subversivo a la propia humanidad de cada persona. Es interesante como en el párrafo, Freud lo llama “psicológica” al tercer golpe sobre la humanidad, donde detalla que el yo no es amo en su propia casa y que parece ser que ni en lo biológico ni en lo cosmológico tampoco somos dueños ¿de qué somos dueños? ¿Qué nos pertenece? Esto, a mi pensar es muy serio. En cierto momento, el psicoanálisis mismo trata de responder y dar un poco de alivio al proponer con Lacan la teoría de los semblantes, es decir, lo simbólico-imaginario, sin embargo, retomando el texto, Freud no vacila en este psicoanálisis primitivo y nos deja en el vacío, pues en el Icc no hay tiempo cronológico, falta contradicción, nada es fijo con la movilización de cargas, nada pertenece a nada, Freud propone todo un sistema del por qué en lo que pasa en la sociedad pierde coherencia ante ciertas situaciones contingentes de inmanencia incontrolable.  Por lo tanto, las tres afrentas al amor propio de la humanidad es un claro ejemplo del reconocimiento del Icc. 

Si de algo sirve el inconsciente, es que nos lleva a dar un vistazo a lo que nombramos como incoherente y saber que ahí se halla un sentido por completo diferente, a lo que no obedece a la cronología, a lo que se desplaza y se condensa y que irremediablemente nos obliga a mirar nuestra propia historia.

Por último, el paso de mirar más allá de nuestra propia consciencia y llegar al inconsciente parece un trabajo arduo que denota asumir la responsabilidad por la propia historia a la que estamos sujetados, entonces, aunque todos participemos de un inconsciente ¿todos somos capaces de asumirlo? ¿de participar en él?

Freud, S. (1992). Lo inconsciente. Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu, 1915.

Freud, S (1990). Las dificultades del psicoanálisis. Obras Completas. Tomo XVII. Buenos Aires: Amorrortu, 1917.

Obra: Juana Córdova

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