La idea de este título nace de una serie de pensamientos, textos, películas, borradores y enfermedades. Pensar en el valor de la decisiones y lo que comportan nuestras vidas puede ser una dinámica muy turbia porque ¿somos dueños de todas nuestras decisiones? Y si no lo fuéramos ¿Por qué sostenerlas?
Realmente no quiero extenderme en este escrito, tal vez solo quiero ir al punto. Tenia pensado cierto orden sistemático en donde quería explicar sobre el signficado de las decisiones y qué influyen en las mismas. Pero tal vez no es lo que deseo, a si me gusta explicarlo pero otras veces no deseo explicarlo y aun asi lo hago. Es raro. Goce le dicen.
Pero, ¿qué implica que sostegamos decisiones que de manera voluntaria no tomamos? De esto hay muchos ejemplos, espero ser concreto (o no). Y creo que lo resumiría muy bien en el despliegue de la infancia. Somos seres vulnerables desde el principio en tantas dimesiones. Necesitamos que nos cuiden física como psicológicamente y precisamente esto nos hace susceptibles a los otros, especialmente a nuestros cuidadores que en lo general son los padres.
Ser sucepcitibles implica dejarse moldear por los demás. Mas que todo en una dimesión psicólogica en donde es una necesidad imitar lo que los demás hacen pues somos propensos a aprender, explorar, somos curiosos y nos equivocamos mucho, sobretodo en la niñez. Es un proceso innato de identificación, es una ingenieria del yo. Sin embargo ¿todo lo que se imita en la infancia, es correcto? Claro que no. Pero tampoco existe una capacidad de cuestionamiento en esta etapa. Se las acepta tal y cual venga las experiencias.Por lo tanto ¿Cuándo nos damos cuenta que sostenemos decisiones que realmente nunca tomamos? Pienso que desde la adolescencia. Pero en la adolescencia se recorre un camino diferente al de la infancia. La identidad forjada en la infancia no es de mucha ayuda para los cambios que se tramitan en la etapa de la pubertad. Se tiene que empezar de nuevo. Sin embargo, aunque se tengan las suficientes herramientas cognitivas para cuestionar, y se pueda y se sepa cuestionar sobre las decisiones que se nos imponen en esta etapa, muchas veces se las negocia y se las cede para ser -una vez más- conocidos, es decir, (re) conocidos. Porque lo que se pretende es pertencer a algo y con la novedad de que en esta transición se pueda aportar algo de si mismo. Entregar para pertenecer y pertenecer para ser (re) conocido.
Despues de todo, pienso que tanto en la infancia como en la adolescencia el cuestionar las decisiones no es de gran interés pues lo que realmente interesa es ser mirados por el otro. -¿Por qué cuestionar lo que me obligan a decidir si despues de todo tengo su atención, tengo su mirada, tengo su amor? Dirían.- ¿Será por esta razón que sostenemos lo que no decidimos? ¿Por amor? Me parece noble la no-razón pero cabe preguntar ¿qué pasa cuando lo que no decidimos pero sostenemos se convierte en sufrimiento? Parece que el amor no tiene mucha presencia aquí.
En psicoanalisis, Lacan propone lo siguiente: Por una parte, el deseo es esencialmente “deseo del deseo del Otro”, deseo de ser objeto del deseo de otro (y deseo de reconocimiento por parte de otro). Pienso que este autor resume bien el breve recorrido hecho por la infancia y la adolescencia dandonos un salto a la adultez. ¿Por qué? Siendo adultos se piensa que muchas de las decisiones que tomamos son propias, que el crédito de las buenas y malas decisiones es producto solamente de un buen o mal razomiento. Pero no es asi. El breve recorrido por las etapas mencionadas aterioremente y el dicho de Lacan nos hace dar cuenta de que somos influidos por los demás. Siempre, pero siempre algo y/o alguien nos moviliza. Por lo tanto, las decisiones que tomamos jamas son nuestras del todo. Entonces ¿Qué hacemos? Pues apropiarnos de dichas decisiones.
El apropiarse de dicha decisiones requiere recorrer caminos sumamente extraños, lejanos siempre a lo que se conoce porque lo que se conoce en un principio es siempre lo que los demás nos ofrecen y eso es fácil de hacer y seguir pero, de manera paradójica, cuando buscamos apropiarnos de las decisiones, es decir, poner algo de nosotros en ellas es cuando se vuelve difícil porque innegablemente se corre el riesgo de conocerse asi mismo y ¿Qué implica conocerse si mismo? Pues implica conocer tu deseo. Siendo esto no poca cosa. La dimesión del deseo es crucial es la vida del ser humano, al menos asi lo plantea el psicoanalisis. Espero en otro escrito profundizarlo. Entonces ¿realmente siempre se sabe lo que se desea? Pues no. Sin embargo, es cuando se pone difícil el tomar decisiones, por lo tanto se opta por sostener decisiones que al fin y al cabo no queremos tomar dando paso a una lenta pero precisa gotera de sufrimiento.
Ahora, las decisiones que no tomamos pero que sostenemos se encuentra en casi en todos los momentos de la vida. En la familia, en las amistades, en el trabajo, en la cultura, en la sociedad, etc. Y parece estar alimentada por una sensación de idealismo al otro y de si mismo. Pero, pienso que uno de los factores determinantes a que exista tanto sufrimiento en este tipo de decisiones es que no exista el tiempo para cuestionarlas, es decir, no exista el tiempo para conocerse a si mismo. Porque como se abordó rápidamente, en la infancia y adolescencia, es inocente y hasta necesario en ocasiones sostener decisiones que no se toman, esta ahí, existe, sin embargo tener el espacio y el lugar para dicernirlas y hacer que surja el propio deseo será vital para no sufrir… mucho.
LACAN J., Subversión del Sujeto y Dialéctica del Deseo en el Inconsciente Freudiano. En: [aoques LACAN, Escritos I. México: SIGLO XXI, 1971.