Me llevó mucho tiempo escribir este pequeño texto. Y fue así porque sentía que no encontraba las palabras adecuadas para presentarlo. Escribir será la manera en que sienta que estoy haciendo algo por las injusticias que puedan ocurrir en la vida. Tal vez es una opinión que nace de la impotencia propia de no poder hacer algo más. ¿A qué me refiero?
La infancia como residuo. Es necesario pensar la infancia desde un punto que la muestre como desechable. Puede parecer una sugerencia atroz lo que propongo; sin embargo, solo así se evidenciará lo necropolítico en la infancia. Y la manera en que se muestra es por medio de una indiferencia disfrazada de falsa escucha y falsa atención.
En diciembre del año pasado, mataron a cuatro menores de edad a manos de militares. Esto ocurrió en medio de una fuerte presencia militar que combate a la narcodelincuencia en Ecuador. El asunto de los menores se tomó al principio como una desaparición; sin embargo, debido a que la comunidad donde vivían los menores comenzó a movilizarse y protestar, se fue revelando la verdad hasta detectar que dieciséis militares estuvieron implicados en la agresión, aprehensión violenta, asesinato y ocultamiento de los cuerpos incinerados.
Entonces, ¿no se hace presente aquí la necropolítica? La necropolítica como políticas de muerte se representaron en el presidente Daniel Noboa, y por lo tanto en el Estado donde solo se hicieron presentes para declarar héroes a los menores de edad fallecidos. ¿Héroes de qué? Vaya ridiculez. Pienso que dejar en la impunidad el asesinato es tratar a la infancia como un residuo de algo que se posiciona como más importante. Pues lo que ocurrió fue la ineficacia de llevar a juicio a los implicados de la forma más rápida y organizada. ¿Por qué? ¿Qué era eso que se protegía y que fue más importante que dar justicia por el asesinato de cuatro menores de edad? Pareciera que lo sucedido fue un efecto colateral de la ejecución de un proyecto que pretende ser más importante que la vida de cuatro seres humanos infantes.
Lo que intento decir es que la infancia es el espejo moral de la sociedad, y el hecho de no reclamar por sus derechos humanos nos permite ubicarnos en la particularidad concreta de una visión residual y vidas dispuestas a desperdiciar por parte del Estado-sociedad. En obras como “Oliver Twist” Charles Dickens nos recuerda que el trato que damos a las niñas y niños no es un detalle social: es el fundamento sobre el que se mide la dignidad de toda civilización.
Siguiendo con Dickens, en su literatura propone una ética de la compasión activa, una apuesta por la solidaridad intergeneracional y la responsabilidad colectiva frente a la infancia. Dichas propuestas, de características abstractas, solo serán visibles con la implicación participativa del Estado, ni más ni menos. Pero la realidad es la siguiente, según Tinta Digital:
después de cuatro años de idas y venidas, de debates y discusiones, el Código de Protección Integral para la Niñez fue archivado en la Asamblea Nacional. Se necesitaban setenta votos afirmativos para aprobarlo pero solo cuarenta y cinco votaron a favor. Entre lo que se abstuvieron a votar dijeron que el código: “promueve la ideología de género” “permite la adopción entre personas del mismo sexo” “legaliza el aborto” “defiende a adolescentes delicuentes” pero lo cierto es que se buscaba desinformar bajos propósitos de estigmas.
Entonces ¿Qué clase de sociedad es la ecuatoriana que no protege a sus infantes? ¿Qué tipo de estado-social somos al no priorizar el estado legislativo para la protección de los infantes? ¿Podemos llamarnos adultos si somos capaces de revictimizar a cuatro menores de edad al proponer evidencias con el propósito de demostrar que merecían lo que les pasó? Si ese es el trato que les damos a los menores de edad en nuestro país entonces la dignidad de la sociedad ecuatoriana esta por lo suelos.
Unicef [@unicef]. (2023, 15 de enero). Children in emergencies need our support now more than ever[Publicación en Instagram]. Instagram. https://www.instagram.com/p/DJnISFYvf-z/