El autoritarismo posee una estructura tan profunda que es inherente a un sólido contexto económico – político encarnado en el capitalismo. La noción del autoritarismo va en aumento en la época actual, pero se refugia debajo de una capa invisible a la que se puede llamar sociedad. Y se la propone de esta manera ya que la sociedad es tan relativa, contingente y lenguajera que es imposible determinarla de manera parcial. Para muchos autores como Mark Horkheimer la autoridad difiere del autoritarismo y precisamente este último presenta características particulares como el unilaterismo. Se sabe que el poder es una relación de dos o más sujetos. Por lo tanto, “el autoritarismo es el ejercicio unilateral de la autoridad que impone aquel que detenta el poder (político, económico, militar, etc.) sin un consenso social” (Sigüenza, 2024).
Pero ¿qué causa el autoritarismo? ¿de dónde nace o recibe su respaldo? Es decir ¿en dónde se causa la unilateralidad del autoritarismo y tiene el suficiente espacio y tiempo para desarrollarse? Horkheimer propone en su texto el Estado Autoritario una conclusión interesante sobre el fenómeno del autoritarismo y su concreción en el estado moderno. El mismo nos permite reflexionar y cuestionar el trabajo y la fuerza de trabajo como afectados por el autoritarismo del capitalismo en donde adquiere un nuevo semblante de terror que denota en angustia, en sí el gore del autoritarismo.
Se propone el autoritarismo como gore, es decir, terrorífico porque mantiene una conexión profunda con el capitalismo. Bien se sabe que el capitalismo es político y económico en su actuar. Esto quiere decir que a manera de contextos sociopolíticos y socioeconómicos maneja una alta autoridad, sin embargo, en la estructura del capitalismo yace la acumulación, el “todo para mí” “todo lo quiero” “si se puede comprar es mío” esto da pie a una especie de autoritarismo que permite situaciones o actos que posiblemente no deberían suceder de cierta manera. El reino del azar ha sido invadido. Sin embargo, ahí no se encuentra lo gore, se puede pensar lo gore del autoritarismo cuando el capitalismo altera el orden de la subjetividad humana -en caso de que haya algún orden” el capitalismo hace nacer el autoritarismo gore en el momento en que “convierte en objeto mercantil lo que esencialmente solo puede ser sujeto: la fuerza de trabajo de los trabajadores” (Horkheimer, 2006, p. 12). Posiblemente esto puede ocurrir porque el capital usa al estado y no lo considera como mediador. Eso es el estado moderno, el capitalismo de estado. Antes de que se profundice en la aterradora mercantilización de la fuerza de trabajo, es necesario abordar el capitalismo de estado para obtener una conclusión más contundente del autoritarismo y su gore.
Si bien el capital ha abierto posibilidades de “progreso” para un estado que busca desarrollarse a través de políticas públicas en donde nacen sociedades de mercado que producen las genuinas mercancías (medios de producción, herramientas, instrumentos, etc.) Todo apuntó que era el siguiente paso después del feudalismo. El mercado o la esfera de circulación mercantil poseía una estabilidad cínica pero admisible bajo su fórmula “comprar barato para vender caro” pero la misma sociedad de mercado evoluciona el capital en la esencia del “ismo”. El capital convertido en capitalismo busca imponer su necesidad más particular, la de la acumulación a toda costa. El mercado ya no es más un espacio económico “respetuoso” sino un espacio en donde se despliega autoritario. Un tiempo, un acto autoritario, unilateral, en donde no hay consenso social ni relación de poder. Los medios de producción son apropiados de forma acumulativa por quienes tienen más “poder”. Las herramientas tienen marcas y los instrumentos pueden comercializarse. Todo tiene un precio y si algo no lo tiene pues se le pone. Existe ahí una especie de autoridad que se desarrolla en autoritarismo porque para vender un objeto debe existir un comprador. El autoritarismo gore radica en que el vendedor -hace existir- al comprador, hace existir su falta, como el perverso, el gore hace existir el terror en la necesidad que se convierte en angustia, es decir, ofrece todo lo que tiene -incluso a sí mismo- para llenar dicha falta. En fin, el capitalismo se sirve del autoritarismo y su gore cuando intenta hacer existir al Otro – comprador.
¿Y en que tiempo lógico se ubica a ese Otro sin tachadura? A ese comprador que el capitalismo busca que su falta, falte. Precisamente cuando se da pie al pseudo-mercado tratando de mercantilizar algo tan subjetivo como la fuerza de trabajo. Pero este pseudo-discurso necesita tener espacio-tiempo en la realidad para que produzca a ese Otro sin tachadura. Para esto, Horkheimer establece en el texto Estado autoritario (2006) que:
En efecto, sólo el monopolio de las propiedades de los medios de producción hace posible que los trabajadores se vean obligados a convertir su fuerza de trabajo en mercancía. […] La caída de la sociedad de mercado en manos del capitalismo convierte a ésta, de la sociedad de libertades que debía ser en principio, en una sociedad que cumple las órdenes emanadas de la “autoridad” del capital. (p. 12-13)
Ahora, lo interesante es que dicha “autoridad” del capital -que al fin y al cabo es autoritarismo- es difícil de identificar. El Otro no existe. El capitalismo usa como instrumento al autoritarismo para hacer existir al Otro. Y el terror se hace cuerpo con el gore cuando la fuerza de trabajo es vendida. Pero ¿Por qué la fuerza de trabajo es invaluable? Aunque la fuerza de trabajo ya sea comercializada, es decir, que el obrero ya vende su fuerza de trabajo las políticas públicas se enfrentan constantemente a un real, a situaciones imposibles de categorizar en donde repetidamente deja insatisfechos a los trabajadores con sus trabajos. ¿Qué se quiere decir con esto? Si la fuerza de trabajo es toda acción física o cognitiva para realizar un trabajo. “El valor de la fuerza de trabajo, como el de cualquier otra mercancía, está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla”. (Marx, 1867).
Sin embargo, la cuestión es preocupante porque esta “mercancía” ha demostrado ser muy especial. ¿Cómo? Cuando se habla de mercancía se le impone un valor por el tiempo en que se trabajó en ello. La fuerza de trabajo, al ofrecerlo, de manera simultánea se ofrece al obrero mismo. Y el obrero en sí es el humano y todas sus idiosincrasias.
El capitalismo posee una moral pragmática, unilateral y acumulativa que lo obliga a nunca perder. No hay falta. El objeto que busca el capitalismo es el “a”. El trabajador al firmar un contrato en la época actual consiente a que se le puede tratar como objeto. Un objeto de goce que está a merced de sus superiores. No hay espacios para la comunicación porque todo está dicho. Se tiene inteligencia artificial si no se sabe, si no se tiene algún objeto entonces se compra, si no existe tal objeto entonces se construye, todo es perfecto, esto es el progreso. En cambio, no hay espacio para la idiosincrasia, para lo humano, para el lapsus, el fallo, el aprendizaje y los lazos sociales. Al ser humano se le condena a ser perfecto.
Entonces ¿cómo se mantiene al obrero-mercancía como un perfecto producto para vender? La respuesta a esta pregunta es lo que menos interesa en este ensayo, lo que se trata de exponer es que al ser humano se lo rebaja a calidad de objeto. Sin embargo, si pudiera contestar a esta pregunta respondería con otra pregunta ¿se puede vender? Lo que se intenta decir es que el tiempo para crear al “obrero – mercancía” es invaluable, es imposible ponerle precio a la historia de un ser humano. A esto se refería Horkheimer cuando mencionaba que debe quedar como sujeto lo que se hizo objeto mercante. El sujeto es subjetividad, la subjetividad es historia y la historia es un sin número de identificaciones, semblantes y Otro. Eso no tiene precio y en caso de ponerle precio es lo que convierte al autoritarismo en autoritarismo gore. Es una matanza subjetiva. Por tal razón existen los llamados “malos ambientes laborales”, la denigración del trabajo, síndrome de “Burnout”, etc. Ir al trabajo es sinónimo de terror. El ataque del autoritarismo gore no es al trabajo sino a la fuerza de trabajo.
El autoritarismo se ha convertido en un instrumento que usan como herramienta los que se dicen llamar jefe. En este caso, si la herramienta es una extensión del cuerpo y el instrumento tiene la capacidad para cambiar la perspectiva. No es raro pensar que el jefe con autoritarismo gore se encarna como herramienta de goce con su voz y mirada. Se puede pensar que muchos de estos sujetos no están al tanto del gore que agregan a su autoritarismo. Como todo buen neurótico con fantasmas perversos – sádicos, no quieren darse cuenta de su propia falta entonces busca hacerla real en el otro con la agresión. Por decir. Después de eso, no quieren saber nada. Será un reto muy exigente mostrarlo, ¿será por eso que ahora exigen psicólogos clínicos en el ámbito empresarial cuando solo estaban retribuidos a hospitales y escuelas? Hay que hacer lo posible.
Horkheimer, M., El estado autoritario, México, Ediciones Itaca, 2006.
Singüenza, J., (2024). Foro sobre autoritarismo. https://maquinadescribir.17edu.org/mod/forum/discuss.php?d=11638
Marx, Karl (2008) [publicación original 1867]. Pedro Scaron, ed. El Capital: El proceso de producción del capital (Pedro Scaron, trad.). Biblioteca del pensamiento socialista: Los clásicos 1(28a edición). México: Siglo XXI Editores.