El amor, ¿todo lo puede?

El amor: aquí nos encanta hablar del amor. El amor es lo que falla al ser totalmente significado. Me refiero a que el amor es un universal abstracto, pues todos sabemos lo que es el amor, pero cada persona lo vive a su modo. Esto hace que no exista jamás una respuesta final sobre el amor. Sin embargo, trataremos de llegar a un asunto más singular, porque para desentrañar la pregunta que está en el título es necesario hacer un recorrido.

Ya se había abordado el amor en este blog. Entre el discurso, el miedo y la angustia, se llegaba a la conclusión de que se puede participar del amor si uno se implica. Esta implicación significaba que realmente uno tiene que exponer su propia vulnerabilidad. Es decir, darle al otro el poder de lastimarlo. De tal manera que el miedo y la angustia entran en escena en el momento en que la persona se implica con el otro amado, pero recorriendo distintos caminos.

Ahora, lo que se busca contestar es si el amor todo lo puede. Si agregáramos más cuestionamientos al amor y a la propuesta aquí planteada, se podría preguntar: ¿Qué es «todo»? ¿Siempre se puede ser vulnerable? Estas preguntas ya no solo rodean al amor como objeto abstracto, sino a los sujetos que lo hacen posible.

Para esto, se me ha hecho complejo explicar la respuesta a la pregunta «¿El amor todo lo puede?», que adelantándome a responder es un «no». El amor no todo lo puede. Pero, ¿por qué un «no»? Lo que intentaremos desarrollar y proponer es la idea de que muchas veces el amor no es suficiente. Frases como «el amor no te da de comer», «del amor no se vive» o «si tu amor no lo/la salva, entonces no es suficiente» permiten descubrir la posición dialéctica en la que se encuentra el amor. Y, a propósito de lo dialéctico, me he apoyado en la teoría dialéctica de Hegel para desarrollar la idea de los límites del amor. ¿De qué trata esto?

Primero, la dialéctica en Hegel es el movimiento lógico mismo de lo real, la realidad en sentido estricto. Es decir, Hegel plantea la realidad como una serie de supuestos afirmados que, al mismo tiempo, van contradiciendo otros supuestos, y como resultado de dicha contradicción o confrontación se determina un resultado distinto. Entonces, para Hegel, la realidad es dialéctica, con su movimiento lógico en el sentido más estricto. Nada permanece porque está determinado, y lo que está determinado es, de por sí, negación de otra cosa.

Esta explicación orienta a pensar que el amor podría ser dialéctico. Somos atravesados por el amor desde que nacemos. Necesitamos ser atendidos, mimados, cuidados, protegidos, guiados, etc. Es decir, amados. Después llegaremos a amar, y dicha confrontación entre ser amado y amar permite crear la oportunidad de presenciar la parte más singular de nuestro ser. Muchas o pocas veces sucede que este proceso dialéctico del amor ocurre todo al mismo tiempo, cosa que vuelve aún más complicada la experiencia de amar y dejarse amar.

Segundo, la forma en que se explicará la dialéctica del amor será junto con los conceptos de universal abstracto, particular concreto y universal singular de la dialéctica hegeliana. Empezando con el universal abstracto, se tiene que es el momento propio del entendimiento que capta las determinaciones fijas, o momento del universal abstracto o en sí, no puesto, inmediato, indeterminado, no desarrollado, etc. ¿Qué quiere decir esto en relación al amor? Es el momento en que se es amado. Es la etapa en la que se es merecedor absoluto de ser amado, pero no se sabe el porqué. Por lo general, esto sucede cuando somos menores de edad, pues se aprenderá a amar, en mayor parte, desde lo que aman los cuidadores o padres. Y el amor se encuentra en su dimensión más abstracta porque no se encuentra «puesto», determinado o desarrollado; se halla en potencia. Es decir, realmente no se es plenamente consciente de que se está siendo amado, por lo tanto, aún se halla en potencia el entendimiento y la experiencia del amor.

Desde el particular concreto, se entiende que es el momento racional negativo o dialéctico, momento de la particularidad o para sí. Para realizarse, el universal, que es el sujeto, debe salir fuera de sídebe negarse, particularizarse, «ponerse», dice Hegel. El sujeto se «pone» a sí mismo, se posiciona, se afirma. Es la parte más propia sobre el amor, es lo que todos de manera consciente y autónoma conocen del amor. Y es así porque para llegar a este punto, la persona debe negar lo que conoce del amor, de cómo fue amado. Independientemente de la forma en que uno haya sido amado, la negación sirve para cuestionar la forma de amor que habita en el ser. Y se hace así para proponer nuevas formas de amar, para mejorar, para sanar, para salir de sí mismo y vivir para sí. En esta etapa, uno encuentra su propia forma particular de amar. Se aleja de cómo fue amado para amar de una forma que sea más auténtica.

Ahora, la situación con esta etapa es que la mayor parte del tiempo es infranqueable. Uno no pasa más allá de la primera negación. Y es así porque es lo más auténtico que se ha encontrado y, por lo tanto, difícil de dejar. Es importante aclarar que dicho estado dialéctico requiere de un gran trabajo. Requiere de vida, de tiempo, de experiencias, de alejamientos, de reencuentros, de resentimientos, de reconciliaciones para finalmente llegar a un punto ecuánime y más tranquilo.

De tal manera que, hasta aquí, el amor todo lo puede, pues uno ofrece lo que recibió; no solamente ama como fue amado, sino que ama con su forma más auténtica. Está presente para el otro, resuelve para el otro, el otro se vuelve la prioridad, expone paciencia, constancia. Y cuando se vinculan personas con estas mismas formas y ganas de amar, es decir, se vive un amor recíproco, pareciera que el amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Sin embargo, actualmente parece que no es así.

A continuación, se mostrará una gráfica estadística del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) sobre el registro estadístico de matrimonios y divorcios del año 2023. ¿Qué nos dice esta estadística?

Dicha gráfica, que representa los divorcios del 2010 al 2023, se expone que el número de divorcios ha tenido una leve pero constante ascendencia, excepto en el 2020, cuando aconteció la pandemia causada por el COVID-19. ¿Será que no había tiempo para divorciarse por tratar cara a cara con la muerte? Puede ser, pero sería gratificante pensar que ante una de las presencias más angustiosas de la vida, como es la muerte, la vulnerabilidad se exponía con tanta facilidad. Es evidente que es sumamente traumático que suceda así; sin embargo, los vínculos resultarían ser una curita para el alma, un alivio y un lugar seguro. Sin embargo, para 2021 y 2022, los números volvieron a regularizarse.

Entonces, ¿el amor todo lo puede? Tal vez fueron decisiones apresuradas, decisiones no discernidas, apresuramiento social, ansiedad porque el tiempo pase y no casarse. Pueden ser muchas las causas, pero lo que es evidente es que las personas, a medida que pasa el tiempo, les cuesta más sostener el compromiso. ¿El amor auténtico no basta?

Como decía Ricardo Arjona en una canción: «No te enamoraste de mí, sino de ti cuando estás conmigo». Aquí se propone que la consecuencia de quedarse en la primera negación, es decir, en el amor auténtico, es que uno ama «tan bien» haciendo feliz al otro, que dicha dinámica repetitiva permite acrecentar el ego en la relación. Por consiguiente, se vuelve una dinámica de «quien da más es mejor», «quien resuelve más ama mejor» e, incluso, paradójicamente, «quien sufre más dentro de la relación ama mejor».

La relación se vuelve una cuestión exclusiva de aporte, de competencia, una carrera, una posición de quién da más y quién pierde más, y por lo tanto, ya sea quien da más, se termina colocando arriba del otro. Comienza una relación de poder dispareja en donde domina quien, de alguna forma, ha dado más. Entonces, el amor auténtico, protegido bajo un discurso coherente de amor propio, realmente propone lógicas de dominio.

Por lo tanto, muchas veces se piensa que no existe un más allá. La gente cree que el amor propio, es decir, la forma propia y auténtica de amar, es suficiente para con el otro. Cuando ya se ha propuesto que no es así. Pero, ¿hay un más allá del amor auténtico? Lo que sucede con esta siguiente etapa es que es exclusivamente atemporal, no se domina, no se es consciente cuando pasa sino cuando ya pasó; sucede cuando menos lo esperas, sucede cuando menos lo deseas y no sucede cuando más lo deseas. Es lo que hace considerar al amor como ente con su propia voluntad, porque no obedece a otras voluntades.

Hegel propone el momento del universal concreto o singularidad, momento de la negación de la negación o superación, donde se recupera el universal, pero ahora un universal pleno de determinaciones, real. De tal manera que, en nombre del amor, la condición para llegar a esta etapa no es sin la negación del resultado de la primera negación, es decir, la negación del amor auténtico. Como se había planteado antes, no se trata de anular o eliminar lo que se niega, sino de cuestionar y poner a prueba lo que se conoce hasta ese momento del amor.

Lo interesante de esta etapa, y a diferencia de la anterior, es que aquí se hace una apuesta por el otro y no por uno mismo. En la anterior etapa, uno y el otro buscaban dominar bajo el discurso del amor propio, esto es: quién es mejor amando al dar lo que se tiene. En la última etapa no es así. Se apuesta por el otro, y ¿cómo ocurre esta apuesta? Dando lo que no se tiene. Y lo que no se tiene se presenta en modo de vulnerabilidad.

En esta etapa, se llega al núcleo, se llega al ser del otro, a lo más íntimo. A lo que te puede ayudar a implicarte o a lo que te puede hacer huir porque te hace sentir insuficiente. El otro es necesario porque la vulnerabilidad no se expone por sí sola, es mediante la presencia del otro. Y no existe un acto en específico para llegar a lo más singular de uno mismo o del otro. Simplemente hay que apostar, y cuando se apuesta, se puede salir bien parado o mal parado. Nunca se sabe.

Es necesario aclarar que, aunque se identifiquen etapas o fases en el modo en que uno puede llegar a amar, el propósito es poder entender la llegada al acto más singular mediante el amor. La realidad es que las tres etapas pasan siempre al mismo tiempo, no están separadas, están juntas pero aún así chocándose y separándose, esperando que llegue algún acto de amor, algún otro que permita volverlas armoniosamente una. Y este es un trabajo de todos los días.

Por último. ¿Todo lo puede el amor? No.  El amor no hace el trabajo por nosotros, nosotros hacemos el trabajo. El amor cumple con abrir la brecha, con crear la oportunidad mediante el acto. El amor sería ese instrumento que posibilita el acto pero que al mismo tiempo no depende de este para hacer todo el trabajo. En metáfora, el amor solo destapa la olla que no se quiere destapar para no ver lo que hay dentro. El amor destapa la olla de los problemas que estrictamente NADIE quiere que se vea. El amor no “todo” lo puede porque asi es como es. El resto, es trabajo humano. Limpiar la olla depende de cada uno con la fuerza de los demás. 

Hegel, G., (1770 -1831). Fenomenología del Espíritu. Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2022. 

Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). (2023). Boletín técnico: Estadísticas de matrimonios y divorcios – Año 2023. Ecuador en Cifras.
https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/Poblacion_y_Demografia/Matrimonios_Divorcios/2023/Boletin_Tecnico_MYD_2023.pdf

Ricardo Arjona. (2009, 29 de octubre). Te enamoraste de ti. [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=3PsSdebHxeI

2 comentarios

  1. Gran enfoque que se da del amor y de cómo aunque para todos es diferente, el común es que termina siendo el instrumento inicial para darse por cuenta propia del sujeto algo que trascienda y que no solo quede en un amor vacío

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