Amor, discurso, miedo y angustia

Bueno, la dirección de este escrito está muy sujeto al título que lo posibilita. Se lo plantea así porque en ocasiones el título solo sirve para crear oleajes o para picar la curiosidad, sin embargo, esta vez no es así. El título no solo posibilita, sino que acontece. Amor, discurso, miedo y angustia son 4 palabras, 4 significantes que encadenan más significantes y en lo posible crean un discurso. 

Para abordar dicho discurso es necesario poder contornear el amor, el miedo y la angustia. ¿Por qué? es precisamente lo que se vive cuando estamos amando o intentando amar. Para empezar, se puede decir que las sensaciones corporales que se producen cuando estamos enamorados son similares a cuando estamos en peligro. 

En la BBC News Mundos se halla un artículo que se titula: “El puente del amor: por qué el cerebro confunde estar excitado con estar enamorado”. Este menciona que cuando nos sentimos amenazados o estresados se activa nuestro sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso encargado de definir si debemos luchar o escapar. 

Además, aclara que para preparar al cuerpo para estos posibles escenarios el sistema simpático activa una serie de cambios, que provocan que nuestro ritmo cardíaco y respiración se aceleren. Las hormonas que se liberan -adrenalina y noradrenalina- también afectan nuestro estómago, haciendo que sintamos «mariposas».

Curiosamente, es el mismo proceso que atravesamos cuando estamos enamorados. Sin embargo, lo que diferencia un estado del otro puede ser el contexto en el que se encuentra la persona. Según la Real Academia de la Lengua se entiende como contexto al entorno lingüístico, físico, político, histórico, cultural, etc. en el que se considera un hecho. Por ejemplo, al encontrarse con un tigre, un adulto de 30 años, inmediatamente entenderá que debe correr, su respiración y el ritmo cardiaco se acelerarán, preparando así a su cuerpo para huir. Es un hecho. 

Sin embargo, ¿lo entendería igual un niño de 6 años? Por supuesto que no. Aunque el contexto brinde las suficientes pistas para comunicar que no estas a salvo cuando se está abandonado en medio de la selva, se puede proponer que esto se entiende mejor porque está sujeto a un discurso. En el caso del adulto, buscaría refugio, por el contrario, el niño se entusiasmaría por el verde de la selva. El discurso no es un hecho sino condiciones de posibilidad. ¿Qué significa esto? Ernerto Laclau (2004) expone que la hipótesis básica de una aproximación discursiva es que la misma posibilidad de percepción, pensamiento y acción depende de la estructuración de un cierto campo de significante que preexiste a cualquier inmediatez factual (p. 7). Por lo tanto, ser abandonado en la selva o estar frente a un tigre no significará lo suficiente sin un “campo de significante que preexista”. 

Entonces, estar enamorado, sentir atracción por otra persona, empezar una relación sentimental, después de todo ¿es un peligro? ¿Qué tipo de discurso preexiste ante el enamoramiento, ante el amor, ante ser vulnerable? En este escrito se propone al amor como discurso para abordar el porqué del miedo y la angustia cuando se ama. 

Pero antes de entrar en el miedo y la angustia se tendría que bordear sobre lo que se dice hoy del amor. Si bien Zygmunt Bauman fue un crítico del amor moderno llamándolo amor líquido, su descripción no está tan alejada del amor hiper moderno o lo que se dice del amor actualmente. Bauman expone que “la promesa de aprender el arte de amar es la promesa (falsa, engañosa, pero inspiradora del profundo deseo que resulte verdadera) de lograr “experiencia en el amor” como si se tratara de cualquier mercancía” (2003, p. 5). 

El autor polaco propone el amor actual de una manera genial, pero es genial por lo tan acertado que es en la actualidad. De tal manera que el amor no es una promesa ni tampoco es una mercancía donde se exponen cuerpos perfectos llenos de éxitos laborales y prepotencia de estabilidad económica. Los cuerpos no son bellos porque son “perfectos”, los éxitos son efímeros y el dinero va y viene. El amor no puede depositarse ahí donde nada permanece y todo sucede rápido. Sin embargo, el discurso actual del amor existe en medio de un contexto capitalista en donde este impulsa a promesas para lograr experiencias en el amor que garantizarán la estabilidad en toda dimensión personal la cual debe ser alcanzada los más rápido posible. Pero “el amor no encuentra sentido en el ansia de cosas ya hechas, completas y terminadas, sino en el impulso a participar en la construcción de esas cosas” (Bauman, 2003, p. 5). 

Pero ¿Qué tanto tiene que ver el discurso aquí? Ernerto Laclau (2004) dice que “el sujeto ya no podía ser más concebido como el origen del significado, sino, más bien, sólo como una localización particular más, dentro de una totalidad significante” (p. 11). Si lo relacionamos con lo que expone Zygmunt Bauman sobre el amor líquido en la actual hiper modernidad. Las personas quieren ser dueños del discurso de amor, quieren ser el principio, el origen, el primero o la primera en estar preparados para el amor. Pero es que para el amor no se está preparado, nunca. Simplemente, como menciona Laclau y al igual que el discurso, solo se es un elemento más en la particularidad del amor porque está claro que no se es el único elemento cuando de amar se trata. Se es parte de una “totalidad significante”.  Es decir, en el discurso de amor se es preso en las redes de un poema en donde se participa con otras personas. 

De esta manera, se propone firmemente que el amor encuentra una posible explicación en la creación del discurso. El amor no es un discurso, el amor es el discurso. No se habla del discurso, se es parte del discurso. El discurso no se presencia en significantes determinados que enuncian verdades absolutas sino en la construcción de lugares a nivel subjetivo que brindan saberes que inviten a la posibilidad.

Bien lo decía Nietzsche al referirse al humano en su condición de parásito: “este no ha querido amar, pero si vivir del amor”. Es como si las personas no quisieran inmiscuirse en las redes del discurso de amor. No quieren amar, pero si vivir del amor mediante idilios que anestesian un poco el dolor que provoca la soledad no deseada. Pero ¿Qué efectos tiene el amar? 

De manera elocuente, Bauman decía que: el amor puede ser – y suele ser – tan aterrador como la muerte; solo que, a diferencia de la muerte, encubre la verdad bajo oleadas de deseo y entusiasmo (p. 6). Es seguro que las “oleadas de deseo y entusiasmo” son para aquellos que quieren solamente vivir del amor. Solo quieren hacer pertenecer, pero no quieren pertenecer a algo que es más fuerte que ellos. Por el preciso detalle que no quieren mostrarse expuestos. Por otro lado ¿Cuál es la parte aterradora del amor que provoca que solo vivamos del amor y no amemos? Seguro que es aquella cuando se asoma el miedo y la angustia. 

Lacan diferencia y explica el miedo y la angustia de manera genuina en su seminario 10 titulado “La angustia”. Esta diferencia servirá para esclarecer un poco más el misterio del por qué se es reacio al amor. Más en la hiper modernidad donde lo rápido y lo utilitario son credos de éxitos para conseguir oleadas de puro deseo y solo entusiasmo. 

Es así que Lacan propone que “el miedo, ciertamente, se dibuja aquí como algo que es del orden de lo desconocido. Él no sabe bajo qué forma lo aborda el diablo. No es de un objeto, no es del perro de lo que tiene miedo, es de otra cosa, algo que está detrás del perro” (2004, p. 173). Aquí el autor hace referencia a un perro para explicar mejor su ejemplo sobre el miedo, sin embargo, si hacemos una sustitución, y no se habla del perro sino del amor, entonces se diría “no es del amor de lo que tiene miedo, es de otra cosa, algo que está detrás del amor”. ¿Qué es? Lo “desconocido” de lo que se manifiesta y en un intento de hacerlo “conocido” las personas atribuyen cualquier cosa, cualquier explicación, cualquier acto de conquista romántica, cualquier palabra romántica, cualquier cortejo, cualquier poema, cualquier canción, cualquier hombre, cualquier mujer que, en fin, sirva para poder calmar el miedo que provoca lo que está detrás del amor. 

Porque no se sabe, hay un velo producido como respuesta al miedo que impide saber y la única manera de saber es implicarse, no inventando cualquier cosa, sino darse a sí mismo, entrar por sí mismo, (re) inventarse a si mismo, sin embargo, realizar dicho trabajo resultaría verse vulnerable, verse expuesto, verse comprometido y ahí la angustia aparece. 

La angustia, dice Lacan sobreviene cuando el sujeto se siente acorralado, implicado y afectado en lo más íntimo de sí (p. 173). En todo caso, no se propone que hay amor cuando existe angustia, pero si se puede proponer que cuando la angustia aparece existe la posibilidad del amor. Porque implicarse y verse afectado por el otro es la manera en que se posibilite el discurso de amor. No siendo amo del discurso, sino formando junto al otro u otros las particularidades de un discurso. Sentir miedo es el comienzo del camino, pero la angustia es la señal de que un discurso se esta formando. 

Por último, es necesario preguntarse qué es más fuerte, ¿el contexto o el amor, sabiendo que al amor se lo toma aquí con estructura de discurso? Existe ciertos dichos en donde plantean que el amor todo lo puede. Aquí se propone que no, el amor no todo lo puede, el amor muchas veces no puede contra el contexto y dar la vida por amor en muchas posibilidades no resuelve los problemas de los vivos. Sin embargo, se había planteado que el amor, como el discurso no es -hecho- sino posibilidad, esto quiere decir que al menos uno de tantos discursos es el asertivo. Por lo tanto, el amor, el discurso de amor, al menos una vez puede romper y superar la supremacía del contexto. ¿Se entiende lo in – creíble de esto? Tal vez por eso la angustia. 

El puente del amor: por qué el cerebro confunde estar excitado con estar enamorado. (2019, julio 7). BBChttps://www.bbc.com/mundo/noticias-48862862

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