Cuando se trata de poesía, personalmente se me hace extrañamente difícil leerla. Me saca de mi zona de confort. Tengo que buscar estados, momentos, espacios y lugares que me transmitan soledad para poder conectar con el acto de poiesis. Es como si cuando intento buscar, no entiendo, pero cuando no busco entonces me encuentro en un prólogo elucubrado de entendimiento que al mismo tiempo lucho por permanecer porque de manera involuntaria y al mismo tiempo busco a la “señora” razón.
De tal manera y por lo general se me hace sencillo cuando me alío con la razón, sus artimañas y sentido común me hacen el camino más rápido para terminar los versos de un poema; pero la razón, a mi pensar solo tiene un enemigo. La razón misma. Al terminar un poema me pregunto ¿Qué significa este verso o este párrafo? Me respondo: ¡Ah! Puede ser esto. Pero inmediatamente me vuelvo a decir: Pero eso no tiene mucho sentido. Y me vuelvo a preguntar. De pronto me encuentro en un estado de preguntas y respuestas que no me llevan a ningún lado. Ahora ¿Sera este el objetivo de la poesía? Que realmente no me lleve a ningún lado.
Memorizar patrones, pensar en series, hacerme con lo lógico, glorificar el sentido común y aprender lo académico se me ha hecho relativamente dócil a lo largo de mi vida, sin embargo, la poesía no se halla ahí. Poeta encuentra su significado como aquel que crea, el que hace. Y esto me parece interesante porque no es aquel que razona o entiende sino es aquel que actúa, es decir, el poeta como el poema son evidencia del acto puro, pero en su versión más bella y sublime. De alguna manera, el poeta se autoinflige un estado de serena inconsciencia. Trasmite lo que ve, lo que oye, lo que siente con el tacto, etc.
Sin embargo, adentrarse en este estado es complejo ¿por qué? Pareciera que para poder entender lo que está fuera de sentido tendría que dejar de ser yo. Es como si el común y corriente “Yo” no sirviera para entender un verso. Entonces ¿dejo de ser yo? ¿quién soy yo entonces? Soy una mentira y al mismo tiempo soy una verdad. Soy ficción. ¿cómo? Mi yo razonable y mi yo sensitivo forman un oxímoron -un muerto viviente- que tiene que buscar la manera de aliarse y sobrevivir.
Por lo tanto, la poesía tiene su forma – y quiero ir por este camino a propósito de haber leído a Arthur Rimbaud y su referencia sobre el poeta que después de todo no está alejado cuando del Yo se trata – entonces, esta forma guía, hablamos de versos, párrafos, rimas y clases de rimas como asonante y consonante, pero la poesía en su esencia no es formal es informal. Es una negación de la forma, de la obra que siempre se trata de crear, que se tiene en mente, pero no termina siendo lo que se intenta al principio. Puedo decir que la poesía es por condición una topología, es decir, formas que cambian sus principios de manera continua.
De tal manera, que no hay forma, y si la hay, la in–forma es la forma del poeta. Es así que de lo se trata es que la no-forma es un resultado de múltiples cosas o elementos que en un principio no tienen sentido pero que su sentido real – otro sentido fuera del sentido común – se halla oculto tal cual perla dentro una ostra. Rimbaud decía: “Pero de lo que se trata es de hacer monstruosa el alma”. El alma, el yo, no es uno son varios, por más son varios sentidos, múltiples experiencias, vivencias, mentiras, verdades, lo que es, lo que no es, el Yo es una forma monstruosa que el poeta trata de liberar – nombrar con versos. Es después de todo el poema de Borges y yo y su último verso: “No sé cuál de los dos escribe esta página” (p. 20).
¿Y qué pasa si no existe aquel saber sobre el Yo cómo ficción? Sucede lo de aquel hombre de la historia de Arthur Schnitzler en su libro El destino del Barón Von Leisenbohg “… el enfermo le sale al encuentro con un cartel en el pecho, en el que con grandes letras pone: Yo. […] Que formidable confusión la que había en el mundo. No hay quien se aclare” (p. 249-250).
El poeta sabe cosas.
Borgues, L. (1960). El hacedor. https://mercaba.org/SANLUIS/ALiteratura/Literatura%20contemporánea/Borges/Jorge%20Luis%20Borges%20-%20El%20hacedor.pdf
Moreno, A. M. (2020). Cartas del vidente de Arthur Rimbaud: una lectura postestructuralista del yo y la alteridad. Dialnet. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7371546
Schnitzler, A. (2016). El destino del Barón Von Leisenbohg. https://es.scribd.com/doc/245760548/SCHNITZLER-ARTHUR-El-Destino-Del-Baron-Von-Leisenbohg